sábado, 26 de febrero de 2011

Robert Capa. Espacio Cultural Cajacanarias



Desde el 20 de enero hasta el 12 de marzo de 2011. Espacio Cultural de Cajacanarias:
"Robert Capa Retrospectiva".

En diciembre de 1938, la prestigiosa revista británica Picture Post publicaba once páginas con imágenes de la Guerra Civil Española realizadas por Robert Capa, quien contaba con veinticinco años de edad, proclamándolo "el más grande fotógrafo de guerra del mundo".
Tras más de medio siglo después de su muerte, son muchos los que piensan que la extraordinariamente poderosa y emocionante cobertura de cinco guerras llevada a cabo por Capa le dan derecho a conservar ese título. Sin embargo, no sería apropiado clasificar a Capa simplemente como fotógrafo de guerra ya que muchas de sus imágenes capturan, con calor e ingenio, los goces de la paz. Algunas de sus fotografías expresan un lirismo tan tierno como el que vemos en la obra de su amigo André Kertész, mientras otras corresponden a momentos tan decisivamente configurados como los capturados por otro de sus amigos, Henri Cartier-Bresson. Hoy en día nos resulta cada vez más evidente que la compleja documentación fotoperiodística de Capa rivaliza, en sensibilidad, potencia emocional e impacto visual, con la producción más deliberadamente creativa de los profesionales de la fotografía artística.

En la presente muestra se exponen 98 fotografías de Robert Capa que forman parte del núcleo de su obra. Además de documentar la Guerra Civil Española (1936-39), en 1938 Capa pasó seis meses en China fotografiando la resistencia frente a la invasión japonesa, marchando después a cubrir el escenario europeo de la II Guerra Mundial (1941-45), la Primera Guerra Árabe-Israelí (1948) y la Guerra de la Indochina Francesa (1954). El 25 de mayo de 1954, cuando se encontraba fotografiando unas maniobras francesas en el delta del Río Rojo, perdió la vida al pisar una mina antipersona, tenía cuarenta años.

Capa es conocido sobre todo por esas fotografías suyas, tan pegadas al campo de batalla, que nos hacen sentir las sacudidas de la tierra. Pero otra parte de su producción se centra en documentar los sufrimientos de civiles inocentes y muy especialmente niños.
Capa estaba presente mientras las bombas caían sobre barrios habitados de Madrid, Hankou o Londres, pero rara vez fotografió a los muertos o a las personas malheridas, centrándose en lugar de ello en cómo los supervivientes seguían con sus vidas a pesar de las abrumadoras pérdidas y la estremecedora destrucción. Podría afirmarse que el triunfo del espíritu humano frente a la adversidad más aterradora constituye el gran tema de la fotografía de guerra de Capa.

Richard Whelan

Algunas de las fotos expuestas en la exposición.


Desembarco en Normandía. 6 de junio de 1944.


Niño miliciano. Barcelona.


Picasso y Gillot. Francia. 1948

Cultivar la tierra: una buena ocupación

Hacía algunos días que no iba por los canteros. Cultivar la tierra es algo que siempre nos ha gustado y es una de las actividades que ocupa nuestro tiempo libre, además de ser una buena terapia antiestrés. Todo lo que cosechamos lo hacemos de una manera natural, sin químicos. Intentando también que muchas de las semillas sean variedades agrícolas tradicionales.
Las abundantes lluvias caídas este invierno han hecho que todo esté muy verde y frondoso: Los almendreros floridos, los ajos que siguen creciendo, los cafetos que este año están cargaditos de café, los limoneros....
















miércoles, 23 de febrero de 2011

Estación de bombeo de La Gordejuela. Los Realejos

El litoral de Los Realejos al igual que el de todo el norte de Tenerife es escarpado con acantilados y pequeñas calas de arena negra y callaos.



En la desembocadura del Barranco de Palo Blanco se encuentra un edificio en ruinas. Es el elevador de aguas de La Gordejuela.



Este edificio era una estación de bombeo. Por medio de bombas de vapor (las primeras de la isla) elevaban el agua hasta un embalse, construido a unos 2 km de allí.



En el mismo lugar donde se halla el edificio había uno de los nacientes más importantes de la isla. J. J. Williams hizo un grabado donde podemos observar la gran cantidad de agua que poseía y que se precipitaba por el acantilado. En lo alto un molino era movido también por la fuerza del líquido elemento.



En 1898 la empresa Hamilton & Co. comenzó la explotación de los manantiales. Cuatro años más tarde comienzan los trabajos para la construcción de la estación, que empezaría a funcionar un año más tarde, elevando diariamente unos 4.800 metros cúbicos de agua.

En la fotografía de la época que se muestra más abajo, podemos ver el edificio de cinco alturas que fue construido sobre el manantial y las grandes escaleras que conducen al mismo. En lo alto la casa donde estaba la máquina de vapor junto a una chimenea de unos 50 metros y por último la vivienda de los medianeros que hacía también de almacén.



Para terminar decir que este edificio no se merece estar en el estado lamentable en el que se encuentra. Es parte de la historia de nuestra isla y forma parte de nuestro patrimonio industrial. Si no se hace algo rápido por conservarlo es posible que lo que queda de su maltrecha estructura se desmorone cualquier día. Luego lo lamentaremos.



















Sabino Berthelot describió así a los nacientes de La Gordejuela:
"Retumba un fragor que se suma al bullir de las olas; son las cascadas de Gordejuela, que se precipitan, en una sucesión de saltos, desde lo alto de la ladera para derramarse en transparentes cortinas de agua al pie del acantilado".

viernes, 18 de febrero de 2011

Sendero: Rambla de Castro

Días atrás hicimos una pequeña excursión a La Rambla de Castro en la costa realejera.
El lugar es un pequeño paraíso.
Partimos del Mirador de San Pedro por un camino empedrado. Las recientes lluvias han hecho que el lugar esté más bonito si cabe.





En una de las vueltas del camino nos paramos a observar el mar. Hoy tiene un fuerte oleaje y desde la seguridad que nos brinda el estar lejos, miramos un largo rato este fantástico espectáculo.



En la costa del norte de Tenerife es frecuente el mar de fondo o de leva que genera estas grandes olas.



La vegetación, muy frondosa, está compuesta por multitud de endemismos destacando por su número las palmeras ( phoenix canariensis).



Había también muchísimos canarios que alegraban con sus trinos nuestro caminar.




En la imagen de arriba, un canario en plena actuación.

Pasamos bajo un gigantesco laurel de indias traído de Cuba en el siglo XIX.





Seguimos por la vereda que es muy entretenida de caminar pues en cada rincón se ve algo interesante: una planta, un pajarillo, el aroma de una hierba, el sonido del agua que es abundante en el lugar o el ruido profundo producido por las olas al chocar contra los acantilados o al arrastrar los callaos....













Pronto llegamos a la Casona de los Castro.



El nombre le viene de Hernando de Castro, un soldado que participó en la conquista de Tenerife. El adelantado Alonso Fernández de Lugo fue el encargado de la misma y en nombre de la reina Isabel de Castilla repartió las tierras de la isla y estas le tocaron al susodicho. En fin un bonito lugar pero con una historia triste, pues estas tierras al igual que las del resto de la isla les fueron arrebatadas a sus antiguos moradores, los guanches, por la fuerza de las armas.
La Casona está hoy en día en estado de abandono, aunque hace unos años fue restaurada. Por lo visto quieren hacer de ella un Centro de Visitantes. El proyecto está aprobado pero no sé si es por falta de presupuesto u otro motivo que desconozco lo que ha hecho que aún no hayan comenzado las obras.















La Casona está en un lugar envidiable, sobre el acantilado. Bajo ella la playa de Castro con el Roque de El Camello en el centro.





Desde la casa parte un sendero que nos llevará entre palmeras y una vegetación exuberante al fortín de San Fernando construido en el siglo XVIII para defenderse de los piratas.







Allí se conservan todavía tres cañones.



Hoy en día es un vistoso mirador desde el que podemos observar a la derecha la playa de La Fajana.



Quedando a nuestra izquierda la de Castro.



Volvemos sobre nuestros pasos, de nuevo, hasta La Casona, para continuar por un sendero que nos lleva por el lado opuesto y entre plataneras hasta La punta del Guindaste, lugar que tiene unas bonitas piscinas naturales.











Por una estrecha carretera asfaltada seguimos caminando, a lo lejos vemos el enorme drago del Guindaste.





Siempre entre plataneras, muy azotadas por cierto, por los fuertes vientos que tuvimos en la isla hace unos meses llegamos a un cruce de caminos.







Estos caminos nos llevarían si elegimos el de la derecha a la playa del Socorro y el de la izquierda, que es el que escogemos, a la ermita de San Pedro (s. XVI) y al mirador del mismo nombre.



Aquí damos por finalizada nuestra caminata.

He encontrado en la página de Fedac estas fotografías antiguas del lugar.