Estos pozos se hacían en lugares de las cumbres más altas de las islas, donde generalmente caía abundante nieve en invierno y orientados al norte.
El mayor de los pozos que visitamos es impresionante, tiene una profundidad de 8 metros y un diámetro de unos 6 aproximadamente. Las paredes están hechas con piedras y tiene forma cilíndrica con una ligera inclinación.
Estos pozos tenían una escalera hecha con piedras basálticas adosadas al muro interior para acceder al mismo. También ya en el exterior, le hacían otra pared para prevenir su posible derrumbamiento ladera abajo.
Al lado de este pozo se encuentra otro más pequeño aunque sus medidas son difíciles de decir ya que actualmente está semienterrado. Muchos de ellos apenas son visibles ya que el paso del tiempo y el abandono de los mismos han hecho que queden sepultados.
Fueron muy utilizados hasta principios del siglo XX. El hielo era usada con fines terapéuticos, de conservación y también tenía, digamos una vertiente más festiva como sería la elaboración de bebidas y helados.
De estos pozos se llegó a llevar hielo hasta la vecina isla de Gran Canaria. La nieve caída en el invierno y conservada en ellos podía durar hasta los meses de octubre y noviembre.
Pero.... ¿Cómo funcionaba un pozo de nieve?
Los peones se encargaban de juntar la nieve e irla echando en el interior del mismo. Una vez dentro los "pisoneros" la apisonaban muy bien para que formara bloques lo más compactos posibles y después la cubrían con paja. Esta operación se repetía una y otra vez hasta que el pozo se llenaba.
Los pozos estaban tapados posiblemente con vigas de madera, pero también los había descubiertos tapando la nieve con retamas.
Fotos de los pozos.
Nuestras sombras reflejadas en su interior.
Escalera para acceder al fondo del mismo. (No apta para gente con vértigo)
Pozo de nieve semienterrado.
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