Cuando era pequeña solía ir todos los años, casi siempre con mis abuelos.
Entonces el lugar era diferente. Los alrededores de la iglesia eran de tierra y Radazul aún no existía. A mi me gustaba ir sobre todo para ver a los animales que los llevaban allí para ser bendecidos.
En la actualidad la fiesta conserva todavía su tipismo. En la iglesia, San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza aguardan su salida del templo, en procesión.
Sobre sus andas adornadas para la ocasión con bonitos ramos de flores hay también algúnos exvotos de cera, ofrecidos por personas que desean curarse de sus dolencias, las de sus familiares o incluso las de algún animal. Estas figuritas de cera siempre me han parecido un tanto macabras, cajas de cartón llenas de piernas, cabezas o cualquier parte de la anatomía humana se pueden encontrar allí.
Fuera del Templo en la plaza, bajo las multicolores banderitas, un pequeño escenario dará cobijo a la orquesta que por la tarde-noche amenizará una divertida verbena.
Alrededor de la iglesia se encuentran los ventorrillos de los que ya empieza a salir un humillo con un rico olor a carne de cochino asada. Los puestos de baratijas, el coche de los helados "California" y las tan entrañables turroneras dan al lugar ese ambiente de fiestita tradicional, tan acogedor.
En el barranco pastan unas manadas de cabras, que han traído hasta aquí para recibir la bendición del Santo.
En una explanada detrás de la iglesia se está celebrando "El arrastre de ganado". Esto es un deporte tradicional que ha resurgido con fuerza estos últimos años. Consiste en una prueba de velocidad y fuerza en la que una yunta de vacas o toros ("del país") intenta llevar a lo largo de 70 metros (ida y vuelta) en el menor tiempo posible, una corsa (especie de trineo de madera de unos 200 kg de peso) cargada con sacos de 100 kilos (desde 6 para vacas de tercera hasta 11 para toros de primera) siguiendo las instrucciones del gueyero o boyero al que no está permitido castigar a las reses.
Mereció la pena ir ya que es una fiesta que ha conservado todo el sabor tradicional.
