El 7 de septiembre al amanecer, cientos de personas esperan la salida de la Virgen del Socorro de la iglesia de San Pedro, en Güímar, donde permanece durante todo el año, para acompañarla en su bajada hasta el caserío de El Socorro.
El ambiente que se respira es indescriptible: el intenso olor a albahaca, el sonido de los bucios y voladores, la danza de las cintas, los guanches, la banda de música tocando el pasodoble de Al Socorro.... y la salida de la Virgen, hacen que más de uno suelte una lagrimilla.
Durante "La Bajada" no faltan las típicas pellas o pelotas de gofio, la carne, el vino.... y seguro, seguro, que más de uno o una, llegan al Socorro más animados de la cuenta.
Después de unas 3 o 4 horas de camino, La Virgen llega a su ermita, abarrotada de gente, que con mucha emoción la reciben llenas de alegría.
Pasodoble de "Al Socorro" de Miguel Castillo.
Desde allí, saldrá de nuevo por la tarde, para dirigirse al Llano de la Virgen, donde tendrá lugar "La Ceremonia de los Guanches".
La Ceremonia es la representación, por parte de vecinos de Güímar, de la aparición de La Virgen, allá por el año 1400, aunque esta fecha no es precisa.
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A su vez, el otro guanche que había observado todo lo sucedido, intentó agredir a la imagen con una tabona (piedra cortante), pero pasó que la piedra le hizo una herida en su propio dedo.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhhYqXyL-T4AL8zWyNaqr2KlKEnfiOd2Am2hOuls36h3d-OQ1io2JOqhC94ZxqmQ67J3mFzvIrs2XYAu7uDd-zgDyx1ew9Te0CxYVBo6XQX-isPykSsHQoOT0KiTLDFVxzq3-niMR5HMTwe/s400/DSCF9095.jpg)
Todos los guanches allí presentes, con el mencey a la cabeza, se dirigieron hasta el lugar, donde aún permanecía la imagen, tras observarla con gran asombro y comprobar que aquello era algo sobrenatural, se arrodillaron ante ella. Entonces ocurren dos milagros, el brazo del guanche que aún permanecia paralizado, recobra su movimiento y la herida en el dedo del otro, causada por el corte de la tabona cicatriza al momento.
¡Aquello no podía ser otra cosa más que un milagro!.
Con mucho cuidado, cargan la imagen y la trasladan a Chinguaro donde la veneraron durante unos cuarenta años, hasta que fue trasladada definitivamente a Candelaria.
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