Es la época de recoger las castañas y eso en casa es una tradición, una fiesta a la que todos nos apuntamos.
Salimos al amanecer, pertrechados con sacos, cestos y cubos, guantes y un palo largo o vara para los erizos que aún no han caído al suelo.
¡ Y ahí está, ya preparado, el batallón castañero!
Sólo ir al lugar donde se encuentran las castañas es ya una delicia. Los castañeros están plantados en picón, dentro del cráter de la llamada Media Montaña. Algunos son muy viejos, y junto a un tronco hueco, muerto ya por los años, ha crecido otro nuevo.
Bajo los árboles, miles de hojas de años y años. Pisamos sobre ellas y nuestros pies se hunden como si pisáramos en un colchón blandito.
Los castañeros ahora están preciosos, con las hojas verdes tornándose ya amarillas, naranjas y marrones, estar debajo de ellos es una "pasada".
Con el botín en nuestro poder, nos vamos. Ahora toca el asado de las castañas con un buen fritango y vino. Huumm... delicioso.