sábado, 18 de septiembre de 2010

Camino a Candelaria: de Aguamansa a Arafo

Este sendero es conocido también como Camino de los Romeros, ya que por él pasan cientos de personas del norte camino a Candelaria, los días anteriores al 15 de agosto festividad de la Virgen.
Es un camino bastante duro, por el desnivel que presenta tanto en el lado norte como en el sur. Además el terreno es bastante resbaladizo ya que gran parte de él transcurre por zonas volcánicas de lapillis (picón).
Este sendero comienza justo en la curva de la piscifactoría de truchas que se encuentra a la salida de Aguamansa en dirección al Teide. Allí encontramos unas tablillas que lo indican. Ahora el sendero está muy pisado pues tan solo hace unas semanas que han pasado los romeros.

La laurisilva nos acompaña al principio del recorrido para dar paso después, a un monte de pinos.

A medida que subimos va apareciendo ante nosotros la imagen de El Teide que nos acompañará con su presencia hasta La Crucita.

En algunos tramos del sendero vemos unas rocas a modo de pared, casi pareciera que han sido puestas ahí para proteger a los caminantes. Pero no, son diques, antiguos conductos subterráneos por donde afloraba la lava a la superficie y que hoy han quedado ya al descubierto.

Desde esta altura vemos una vista más amplia del valle de La Orotava y observamos como se van formando poco a poco, las nubes de la famosa "panza de burro"

El pinar ha quedado atrás, andamos ahora entre descampados de lava, cuya vegetación son algunas retamas, hierbas pajoneras....

Hacemos una paradita para comernos unos ricos bocadillos y así reponer fuerzas después de la dura subida. Mientras tanto observamos como corren las nubes empujadas por el viento, tan pronto lo tapan todo como se despeja.

Reanudamos la marcha. Un poco más y llegamos a La Crucita (1940 metros).

Atravesamos la carretera que desde La Esperanza cruza la dorsal e iniciamos la bajada por la Caldera de Pedro Gil. Pero antes de comenzar el descenso echamos una mirada desde lo alto de tan impresionante lugar.
La Caldera , como su nombre indica es un gigantesco cráter. Se cree que se formó cuando en plena erupción se fue llenando de material magmático y reventó la pared del lado este, por la que se efectuó el vaciado de todo el material que contenía en ese momento en su interior. En el fondo de la misma se encuentra la montaña de Las Arenas, que surgió en la erupción de febrero de 1705.

Ahora si, comenzamos la bajada y hay que hacerla con mucho cuidado el terreno es pendiente y resbaladizo.
Nos adentramos de nuevo en un monte de pinos, plantados en la década del 50 del pasado siglo.

Casi en el fondo de la caldera el terreno empieza a suavizar su pendiente para llegar a la base misma de la montaña donde es totalmente llano.

La bordeamos por el lado izquierdo y empezamos a ver una panorámica de todo el Valle de Guímar.

Volvemos a caminar por terrenos muy pendientes. Pasamos ahora por la finca de Las Arenas, plantada de castañeros ya centenarios. El verde de sus hojas contrasta con el negro del picón formando un paisaje muy atractivo.

Los erizos aunque verdes todavía, están ya grandes, de hecho dentro de poco más de un mes habrá castañas y estas de Arafo tienen una fama bien merecida.

En la misma finca hay una pequeña casita, la parte delantera de la misma no tiene puerta ya que en otros tiempos hizo las veces de refugio.

Ya nos queda poco para llegar a Arafo. Desde aquí parece que lo tenemos al alcance de la mano.

Pero todavía nos queda por cruzar el Monte Verde en el que se pueden ver algunos pinos viejísimos cuyas ramas han ido adoptando formas muy curiosas.

Antes de salir de este monte se cruza un ancho canal que no lleva agua ni nunca la llevó. Por lo visto se construyó para llevar el agua hacia Santa Cruz pero por motivos que desconozco, no se llegó a terminar.

Una vez que salimos del monte entramos en zona agrícola. Hoy en día está en un porcentaje muy alto, abandonada. Aquí se encuentra la finca "El Pinalete" que décadas atrás abastecía de rica fruta los mercados de la isla.

Por aquí la pendiente es terrible, las piernas me están flaqueando, es lo que los viejos de antes llamaban "chafirga".
Esta zona es rica en agua, aunque según dicen algunas galerías han menguado su caudal. Por eso no es de extrañar que aquí estuviera el molino, que aunque ya no está en funcionamiento todavía conserva su estructura (un pequeño acueducto, compuesto de cinco arcos de piedra basáltica, un cubo por donde entraba el agua con fuerza para mover la maquinaria y los salones o cuartos donde se ejecutaba todo el proceso de la molienda).

En este mismo lugar están también los antiguos lavaderos y unos chorros donde la gente iba a buscar el agua.

Bajando por la Cuesta del Tanque podemos ver algunas casas antiguas como la de los Monje.

Un poco más abajo en La Esquina de los Carros, la casa donde vivió Secundino Delgado, padre del nacionalismo canario.

Llegamos al centro del pueblo donde se halla la plaza y la iglesia de San Juan Degollado.

Son cerca de las cuatro de la tarde, es domingo y el pueblo está totalmente dormido.
Bajamos un poco más hasta la capilla del Señor del Pino, que no es otra cosa que un calvario contruido alrededor del tronco de un pino centenario y que hoy en día es uno de los simbolos del pueblo.