lunes, 27 de diciembre de 2010

Casa Lercaro. La Laguna

La Casa Lercaro es un edificio de finales del siglo XVI (1593), construido por Francisco Lercaro León. Aunque en los siglos XVII y XVIII se hacen sucesivas ampliaciones.
Se halla en la ciudad de La Laguna, primera capital de Canarias (declarada en 1.999 por la UNESCO, ciudad Patrimonio de la Humanidad), concretamente en la calle de San Agustín.



Destaca de su estructura, la puerta principal con escudo. En su interior y desde los patios, se observan las grandes balconadas de madera de la planta superior.



Esta casa que tuvo diferentes usos a lo largo del siglo XX, fue comprada en la década de los setenta del pasado siglo por el Cabildo de Tenerife que la restaura y hoy en día alberga el Museo de Historia y Antropología de Tenerife.
Este museo intenta divulgar, de una manera general, el desarrollo económico, político, institucional y cultural de Tenerife desde el siglo XV al XX.















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Nos cuentan que los Lercaro era una familia de comerciantes genoveses que llegaron a Tenerife después de conquistada la isla.
Eso nos cuenta la "historia oficial", porque según los estudios realizados por Juan Manuel Valladares y reafirmado por Lorenzo Santana, la familia Lercaro (Lercaro-Justiniani), escondía algo entre sus decoraciones y documentos.
Cito textualmente (Juan Manuel Valladares):
¿Por qué la fachada de su palacio está decorada con dos hermosos, aunque sutilmente disimulados, candelabros de siete brazos a los lados de su puerta principal? Esto en su tiempo era un flagrante delito, que nadie se atrevió a perseguir.



¿Por qué la Inmaculada que encargan a Gaspar de Quevedo no tiene serpiente a sus pies, como en todas las inmaculadas, y los simulados apóstoles no son Pedro y Pablo, sino Moisés y Elías con todos sus atributos simbólicos en el judaísmo?
¿Por qué en las tablas que portan los profetas aludidos hay frases de esotérico contenido anticatólico que no fueron pintadas por el autor del cuadro original, sino por un pintor, Israel Chersele, al que el propio Bernardo Justiniani tuvo que librar de la Inquisición en un proceso que duró solo tres horas?.



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Esta Casa guarda también la leyenda de un fantasma.
Según cuentan, un fantasma vaga por sus estancias.





Es el de Catalina Lercaro, que obligada a casarse con un anciano se arrojó a un pozo que aún se conserva, aunque tapiado, en el patio de la casa.



El cuerpo de Catalina fue enterrado en la casa , ya que por haberse suicidado la iglesia se oponía a que recibiera cristiana sepultura.
Después de estos luctuosos sucesos la familia Lercaro se traslada a vivir a otra casa que poseían en La Orotava.

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Otras fotografías de la casa.















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