A todos los tinerfeños cuando cae nieve nos encanta subir a la cumbre, al Teide.
Los últimos años las nevadas han sido muy escasas y poco abundantes. Y las de estas últimas semanas no han sido la excepción.
Aprovechando que el 2 de febrero era festivo en Tenerife (día de La Virgen de Candelaria, Patrona de Canarias) subimos a la cumbre. Y la misma idea la tuvieron miles de personas, pues estaba a rebosar.
A pesar que madrugamos, cuando llegamos arriba ya había muchos coches y apenas quedaba nieve.
Nosotros nos quedamos por la zona de Izaña donde disfrutamos de un paisaje muy especial.
Las retamas y hierbas pajoneras que es lo que más abunda por allí, estaban totalmente heladas y los rayos del sol al caer sobre ellas producían un maravilloso efecto.
En las medianías estaba nublado y había también un bonito mar de nubes que por algunas zonas se abría, dejando ver, allá en el fondo, el mar...
Como se preveía que la asistencia de gente iba a ser muy numerosa, la carretera de acceso al Teide por La Esperanza, la pusieron en un solo sentido, lo mismo que la que va desde El Portillo a La Orotava. Por la primera se subía y se bajaba por la otra. Aunque no sé si fue una decisión acertada pues se formaron unos atascos descomunales y la nieve era tan escasa que casi hubiera sido mejor que los coches circularan en doble sentido.
De todas maneras, nosotros bajamos por una pista de tierra que va a dar a Arico por lo que nos libramos de todo este follón.
Por esta pista hacía muchísimo tiempo que no pasaba. Parte, al principio, paralela a la carretera que conduce a Izaña (observatorio) y se dirige primeramente hacia el volcán de Fasnia atravesando zonas volcánicas pobladas de abundantes retamas y tajinastes que en esta época solo les queda el esqueleto.
Luego entramos en una zona donde predominan los escobones o tagasastes, habiendo algunos ejemplares de gran porte.
Y por último pasamos al pinar, la mayoría de repoblaciones realizadas décadas atrás. Entre ellos como auténticos gigantes sobresalen algunos ejemplares de pinos muy antiguos que por algún motivo se salvaron de las talas masivas que se realizaron después de la conquista.
Una vez salimos de este monte de pinos nos metimos de lleno en zonas de cultivo y de pastoreo, aunque hoy en día están ambas actividades en plena decadencia, para llegar más adelante a La Villa de Arico, donde se pueden ver algunas casas canarias, unas mejor conservadas que otras.
Y la iglesia de San Juan Bautista del siglo XVII.
Vídeo: Nieve en la cumbre.