El litoral de Los Realejos al igual que el de todo el norte de Tenerife es escarpado con acantilados y pequeñas calas de arena negra y callaos.
En la desembocadura del Barranco de Palo Blanco se encuentra un edificio en ruinas. Es el elevador de aguas de La Gordejuela.
Este edificio era una estación de bombeo. Por medio de bombas de vapor (las primeras de la isla) elevaban el agua hasta un embalse, construido a unos 2 km de allí.
En el mismo lugar donde se halla el edificio había uno de los nacientes más importantes de la isla. J. J. Williams hizo un grabado donde podemos observar la gran cantidad de agua que poseía y que se precipitaba por el acantilado. En lo alto un molino era movido también por la fuerza del líquido elemento.
En 1898 la empresa Hamilton & Co. comenzó la explotación de los manantiales. Cuatro años más tarde comienzan los trabajos para la construcción de la estación, que empezaría a funcionar un año más tarde, elevando diariamente unos 4.800 metros cúbicos de agua.
En la fotografía de la época que se muestra más abajo, podemos ver el edificio de cinco alturas que fue construido sobre el manantial y las grandes escaleras que conducen al mismo. En lo alto la casa donde estaba la máquina de vapor junto a una chimenea de unos 50 metros y por último la vivienda de los medianeros que hacía también de almacén.
Para terminar decir que este edificio no se merece estar en el estado lamentable en el que se encuentra. Es parte de la historia de nuestra isla y forma parte de nuestro patrimonio industrial. Si no se hace algo rápido por conservarlo es posible que lo que queda de su maltrecha estructura se desmorone cualquier día. Luego lo lamentaremos.
Sabino Berthelot describió así a los nacientes de La Gordejuela:
"Retumba un fragor que se suma al bullir de las olas; son las cascadas de Gordejuela, que se precipitan, en una sucesión de saltos, desde lo alto de la ladera para derramarse en transparentes cortinas de agua al pie del acantilado".