Hace unos días subimos a las Cañadas para caminar por alguno de sus senderos. Salimos del Parador y por una vereda muy pateada, enlazamos con la pista de Siete Cañadas, ya era un poco tarde y el sol calentaba de lo lindo. Pasamos por las siempre espectaculares formaciones rocosas de la Cañada del Capricho para un poco más adelante coger a nuestra izquierda el sendero número 16 que nos lleva hasta El Sanatorio.
Nada más empezar a andar por este sendero oimos un revoloteo y los chillidos de unos pájaros en unas retamas, eran un grupo bastante numeroso de pinzones azules del Teide, la fotógrafa, o sea yo, en lugar de sacar fotos lo más rápido posible para aprovechar la oportunidad, intenté sacarlas tan bien que lo que conseguí no sirvió para nada. Abajo dejo la mejor....
Un poco más arriba encontramos una señal, nos informa que por allí
hay colmenas y que extrememos las precauciones. Nos acordamos, entonces,
de lo que nos ha contado un amigo nuestro, apicultor, dice que cuando
no hay muchas flores tienen que subir a echarles comida, cosa que me
sorprendió un montón, pues no lo sabía.
Estos muros de piedra, no sé si los hicieron en su tiempo, para meter las colmenas o bien eran chozas de los cabreros para guarecerse cuando estos subían con las cabras a Las Cañadas.
Después de caminar un rato entre campos de lava de las muchísimas
erupciones que ha habido en estos lugares, llegamos al Sanatorio. Mucha
gente no sabe siquiera que esas casas existen, en pleno centro de Las
Cañadas del Teide. Pero sí, allí están. Se conocen también por las
Casas de los Alemanes y fue un proyecto que nunca llegó a concluirse.
Querían hacer un sanatorio para enfermos de tuberculosis y otras
enfermedades pulmonares ya que se consideró el lugar tanto por el sol
como por el aire puro allí existentes un sitio ideal para la curación
de las mismas.
Desde ahí regresamos por el mismo camino hasta el lugar de partida,
no sin antes hacer una paradita para comernos unos ricos plátanos de
Canarias, claro.
La primavera en las Cumbres de Tenerife merece una visita. Pero.... y
siempre hay un pero, como este año hemos tenido un invierno
especialmente seco, apenas ha habido lluvias ni nevadas de importancia,
ahora en primavera tenemos una vegetación muy pobre.
Las retamas,
las famosas retamas del Teide casi no tienen flores, de todas maneras
desde hace unos años no florecen como antes, muchas se han secado y
apenas hay plantas nuevas. Hablando con algunas personas nos han dicho
que el motivo puede ser la gran cantidad de conejos que hay últimamente,
por estos lugares ya que se comen los brotes y las plantitas nuevas. No
lo sé, pero se deberían tomar medidas ya que la retama es la planta más
emblemática junto con los tajinastes de este Parque Nacional. Lo mismo
ha pasado con las hierbas pajoneras que con sus flores amarillas tapizan
por esta época el suelo de las Cañadas, éstas al ser apenas unas
hierbas ni siquiera han brotado, todavía las podemos ver con las espigas
secas del año anterior. Tajinastes, rosalillos de cumbre y en general
todas las plantas que pueblan este lugar se han quedado este año sin
lucir sus trajes multicolores y nosotros sin el aroma y el color que
nos ofrecen cada primavera.