viernes, 6 de marzo de 2009

Lago de Sanabria y alrededores. Zamora

El verano pasado estuvimos haciendo unas etapas de la "Vía de la Plata" y del "Camino sanabrés" y fue toda una sorpresa descubrir Zamora. Nos quedamos con ganas y hemos aprovechado unos días de vacaciones para volver. Hemos estado sobre todo en la comarca sanabresa y sus alrededores. ¡¡Fabulosa!!



La comarca de Sanabria está situada al noroeste de Zamora.
Su orografía se debe fundamentalmente al modelado glaciar.
El Lago de Sanabria es el eje principal de la comarca, tiene una superficie de 368 hectáreas. y una profundidad de hasta 51 metros.



En Sanabria los veranos suelen ser cortos y suaves y los inviernos largos y muy fríos. La mayoría de sus pueblos se encuentran por encima de los 1000 metros sobre el nivel del mar.



El lago de Sanabria se encuentra en el curso de río Tera y enclavado entre las sierras Cabrera y Segundera.



Es ideal para el baño por sus aguas limpias y frescas. En el lado este y sur hay pequeñas playas, como la de Los Enanos o la de Custa lago. También hay la posibilidad de navegar con canoas, piraguas y embarcaciones de patines que se pueden alquilar en las playas.



Además se puede practicar el senderismo, pesca, parapente....



Leyenda sobre el origen del lago.

"Hace muchos siglos, antes de la existencia del lago, el lugar que ahora ocupa era un rico valle sobre el que se asentaba un pequeño pueblo que se llamaba Villaverde. Las fértiles tierras del valle proporcionaban a sus habitantes cuanto necesitaban, y con tanta generosidad, que la prosperidad del lugar propició la insolidaridad y el egoismo entre sus gentes.
Cierto día llegó al pueblo un peregrino que pedía un plato de comida. Los vecinos que no conocían el hambre, le cerraron las puertas. A la salida del pueblo, se encontraba la casa más humilde. El peregrino llamó con su bordón a la puerta, ésta se abrió y mostró a una mujer y tres pequeños rapaces.

-Pido pan para un pobre caminante a quien ha sorprendido el hambre y el frío, señora.
-Pasad buen hombre que algo tendremos para compartir.

La casa tenía un horno en una esquina que estaba encendido y en su interior había unos pequeños panecillos. El peregrino se acercó a la artesa y cogió la masa que se había pegado a sus paredes, hizo un diminuto bollo y pidió a la mujer que lo metiese en el horno.
La mujer lo hizo y cuando sacaron los panes, el panecillo del peregrino había crecido tanto que no cabía por la puerta del horno y tuvieron que partirlo para poderlo sacar.
Después de compartir todo el pan, el peregrino les hizo una revelación y les pidió que no abandonasen la casa porque aquel lugar iba a ser anegado por las aguas y sólo quedaría a salvo su hogar. Les contó a su vez que las dos vacas que tenían en el establo parirían cada una un ternero y que no debían ordeñar ninguna de ellas porque los terneros, cuando fueran bueyes, habrían de rescatar en la noche de San Juan las dos campanas de la iglesia.
El peregrino abandonó el pueblo y al llegar a una loma gritó:

Aiquí clavo mi estacón;
aiquí salga un gargallón.
Aiquí clavo mi espada;
aiquí salga un burbotón de agua.

Al momento un gran surtidor de agua surgió de las entrañas de la tierra y anegó el pueblo de Villaverde. Tan sólo quedó una pequeña isla sobre la que se alzaba una humilde casa con un pequeño horno y un pequeño risco estrecho y poco profundo que conectaba ésta con la orilla.
Unos años después los vecinos de los alrededores intentaron sacar las dos campanas de las profundidades, con ayuda de los terneros que se habían convertido en forzudos bueyes. Una de las vacas había sido ordeñada en una ocasión, aunque la mujer se acordó de las palabras del peregrino y derramó, arrepentida, la leche por el lomo del novillo.
Los bueyes se perdieron en las profundidades del lago y al rato se les vió surgir de las aguas, con enorme esfuerzo, camino de la orilla. Las campanas estaban prendidas de sus cuernos y uno de los bueyes le decía al otro:

-Tira , buy redondo, saca la campana del fondu.
-Tira tú, buy bragau , que yo fui urdiñau.

Y a esto le decían las gentes:

-Anda que lo que te urdiñaron
pur el lomu te lu tiraron.


El buey bragado, cuya madre no ordeñaron, dió un fuerte tirón y el yugo que los unía se rompió. El buey redondo fue arrastrado con la campana de nuevo al abismo, y al rodar hacia lo más profundo del lago se oían en el aire los tañidos de la campana. Algunos les pareció escuchar:

-Tú te vas Verdosa,
yo me quedu afogada;
y hasta el fin
del mundo
non serei sacada.

Desde aquel día en la noche de San Juan, las campanas se escuchan bajo el lago.

Ribadelago

Ribadelago es un pequeño pueblo situado a orillas del Lago de Sanabria de ahí su nombre.
Su historia cambia radicalmente la noche del 9 de enero de 1959. La comarca estaba siendo azotada, ya hacía varios días, por una gran tormenta que produjo la rotura de la presa de Vega de Tera.
Ribadelago quedo arrasado por el agua, piedras, troncos de árboles y todo lo que el agua arrastraba a su paso.
De los 516 habitantes que tenía murieron 144 . Sólo pudieron recuperarse 28 cuerpos. El resto quedó sumergido para siempre en las aguas del Lago.
Después de la catástrofe se construyó otro pueblo, le llamaron Ribadelago de Franco, muy cerca del antiguo. Pero ni las casas, ni su ubicación en una zona muy sombría, en invierno apenas llega el sol, hizo que muchos de sus habitantes, volvieran al antiguo Ribadelago.
Visitar hoy en día Ribadelago, aún estremece. Aunque está muy recuperado , se pueden observar todavía, los cimientos de algunas casas y en ellas como recordatorio de la catátrofe una cruz o lápida con los nombres de la familia que allí habitaba.
Este año precisamente hacía 50 años de la tragedia y habían inaugurado una gran placa con los nombres de las 144 víctimas. Leyendo sus nombres comprobamos como en algunos casos murieron todos los miembros de la familia.







Historia del Lago de Sanabria

El Lago de Sanabria ha sido desde siempre un patrimonio disputado por el hombre, desde hace al menos diez siglos.
Cuando llegaron los monjes al monasterio de San Martín de Castañeda, lo compraron, esto fue en el año 897, a los señores de Avolo.
Como los vecinos de Galende y otros pueblos de los alrededores, también querían aprovecharse de los recursos naturales del lago, los monjes buscaron desde el primer momento el reconocimiento real de esta posesión, lográndolo en el 940, con Ramiro III.
La propiedad del Lago de Sanabria se mantuvo en manos de los monjes de San Martín, hasta que llegó la ley de desamortización de Mendizábal en 1836.
En el año 1843, la junta de ventas adjudicó el Lago de Sanabria, más otras dos lagunas pertenecientes al monasterio y otras fincas repartidas en la provincia de Zamora, a Manuel de Villachica, que adquirió todo ello por un total de 127.530 reales de vellón.
A la muerte del padre en 1874, fue heredado por su hijo Luis de Villachica y Recoba, quien lo inscribió en el registro de la propiedad de Puebla de Sanabria en el año 1887.
En 1920 pasó a su única heredera Victoriana de Villachica y Mugoitio-Beña, de ahí que en algunos documentos el lago aparece denominado con el nombre de Lago de Villachica.
Los vecinos de Galende, en 1930, pidieron que se instruyera un expediente para ver si existían
antecedentes justificadores de la venta por parte del Estado del cauce y agua del Lago.
Este movimiento social hizo dar al Estado, un nuevo paso, para recuperar, sin pagarlo, lo que había vendido con la desamortización.
El Ministerio de Obras Públicas dictó el 12 de mayo de 1932, la Orden por la que declara de Dominio Público las aguas del Lago.


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