Toda la vida, desde pequeña he subido a la cumbre, al Teide, y aún sigue impresionándome como al principio.
Hemos decidido hoy hacer el sendero nº 8 "El Filo".
Este sendero comienza exactamente en el kilómetro 39 de la carretera TF 24. Al principio transcurre por una pista prácticamente llana, alrededor de la misma las retamas se preparan para su floración allá por el mes de junio.
En la pista hay algunos charcos formados por las lluvias caídas días atrás. Como es temprano y el frío de la noche aún se deja sentir, estos charcos estan cubiertos por una fina lámina de hielo que casi parece un cristal.
A nuestra derecha al fondo del inmenso llano de Maja, se alza la majestuosa imagen de el Teide que todavía conserva un poco de nieve en su parte más alta.
Seguimos caminando, el silencio lo llena todo. Aunque roto a veces por el canto de algún pajarillo.
Ahora a nuestra izquierda, a lo lejos vemos la silueta del volcán de Fasnia.
Las previsiones meteorológicas anunciaban lluvia para hoy y vemos como las nubes que cubren todas las medianías están cogiendo altura. Entre ellas levemente observamos la isla de Gran Canaria.
Siempre llaneando llegamos a un lugar donde tenemos una vista panorámica de Las Cañadas desde la Fortaleza hasta Los Roques de García. Frente a nosotros el Teide.
Aquí, unos carteles informativos (ampliar) nos dicen que:
De repente a nuestro encuentro nos sale un perro de caza, seguramente lleva perdido algún tiempo y quizás haya sobrevivido cazando algún que otro conejo.
Vamos viendo a nuestra derecha cada vez más cercanos el Roque de la Grieta, Montaña Pasajirón y Guajara.
Hacemos un descanso para comernos unas chocolatinas cerca de un pluviómetro que nos encontramos a nuestra izquierda. Nos adelanta el único senderista que nos encontramos hasta llegar a la Degollada de Guajara.
Ahora el camino se aleja un poco de las crestas montañosas por las que íbamos y que nos hacían tener una visión de todo el circo de las Cañadas.
Es una pena que no podamos ver el lado sur, pues las nubes ya se han hecho las dueñas y señoras de todo el espacio y poco a poco empujadas por una brisa que nos hace sentir en ocasiones un poco de frío, llegan a cubrir en su totalidad todo el lugar.
El camino está ahora en peores condiciones. Por algunos sitios vemos muros de piedra, tal vez de antiguas chozas de cabreros cuando los había, hace ya 40 o 50 años. Estos pastores realizaban lo que se venía haciendo desde tiempos de los guanches la trashumancia: en invierno bajaban el ganado para las medianías y costa y en la época estival lo subían a la cumbre.
Aquí en nuestra isla todo es prohibir y sobreproteger de una manera, me atrevo a decir, hasta infantil.
Que no se pastoree dentro de Las Cañadas hasta lo veo bien, pero no tienen por que acotarse todas las zonas de cumbre. El paisaje humanizado de estas zonas debería recuperarse. Al mismo tiempo que abasteceríamos de leche, queso, carne... a gran parte de la población de la isla.
La gente que vive de su entorno, lo mima y lo cuida. Es un espacio vivo del que depende y así lo respetará y lo hará respetar a los demás.
En países europeos y hasta en lugares de España, donde por cierto nunca hay incendios ni desastres por el estilo son espacios donde hay, diríamos, una alianza entre el hombre y la naturaleza. Ejemplos hay muchos.... zonas de Navarra, de Asturias.... dónde en los mismos parques nacionales vemos ganado suelto o actividades madereras, mineras etc.
El paisaje no debe estar reñido con un buena explotación del mismo por parte de sus habitantes. A veces por el empeño desmesurado de una buena conservación, lo que finalmente se consigue es una especie de parque temático o una reacción negativa hacia él, por parte de los ciudadanos.
Pero sigamos con el sendero. Un largo trecho lo realizamos entre niebla, sin ver apenas a nuestro alrededor.
Para de repente llegando a la Montaña de Pasajirón tener de nuevo una vista espectacular de Las Cañadas. Aquí en una especie de mirador natural, sacamos los bocadillos y algo de fruta y comemos observando el ir y venir de algunas nubes que tan pronto se precipitan en cascada por la Degollada de Guajara como se retiran.
Desde aquí vemos algunas personas que caminan por la pista de Siete cañadas que queda bajo nosotros, tenemos que fijarnos muy bien para verlas ya que desde aquí se ven diminutas.
Después de comer retomamos el sendero aún bastante cubierto por las nubes. Andando, andando llegamos a La Degollada de Guajara.
Descendemos por el sendero nº 5 que nos conducirá a la pista de Siete Cañadas.
Por ella seguimos, atravesando como siempre paisajes espectaculares hasta el Parador, final de este sendero.
miércoles, 20 de abril de 2011
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