sábado, 28 de enero de 2017

A un árbol...

Antes y ahora también en algunos sitios es costumbre plantar un árbol cuando nace un nuevo miembro de la familia.
Aquí dejo una poesía de Vicente Wenceslao Querol que se la dedica al árbol que su padre plantó tras su nacimiento.

 Yo abandoné, buscando horas felices,
 mi pobre hogar por la mansión extraña,
y él, inmutable, ahondaba sus raíces
junto al arroyo que sus plantas baña.

Hoy, rugosa la frente y seca el alma,
cuando hasta el eco de mi voz me asombra,
vengo a encontrar la apetecida calma
del tronco amigo a la apetecida sombra.

Y evoco las memorias indecisas
de la edad juvenil, sueños perdidos,
mientras juegan sus ramas con las brisas
y al alegre rumor cantan los nidos.

Mi vida agosta ese dolor interno
con que los ojos y la frente enluto;
él abre en mayo ese capullo tierno
y da en octubre el aromado fruto.