Salimos a pasear por la costa del Malpaís de Güímar. La mar está tan tranquila que casi parece que podemos andar sobre ella. En las oquedades de las rocas volcánicas, la bajamar ha dejado al descubierto los charquitos que se forman en este espacio intermareal.
En ellos quedan atrapados pequeños pecesitos que recuperarán su libertad cuando de nuevo suba la marea.
Los días en noviembre son más cortos y la tarde va cayendo ya.
El cielo cambia su color azul por tonos anaranjados, aunque en esta zona de Tenerife al estar situada al Este, los atardeceres no son tan vistosos como en el poniente.
Antes de que anochezca del todo y no veamos el camino, regresamos al Puertito.
Nos hemos empapado de la quietud de esta tarde de otoño.