sábado, 28 de enero de 2012

El Tercer Ojo. Lobsang Rampa

Para todos los que nos gustan las filosofías orientales la lectura de este libro es todo un placer.
Nos cuenta con todo detalle la vida del lama, Martes Lobsang Rampa, desde los primeros años de vida en su casa de Lhasa, el ingreso y estancia a los siete años en la lamaseria de Chakpori y las enseñanzas de su maestro el lama Mingyar Dondup, así como sus esporádicas visitas al Gran Potala cuando era requerido por el Dalai Lama.
Estos monasterios orientales igual que los occidentales son como pequeñas islas donde se atesoran los conocimientos, vedados a la gran mayoría.
Su lectura es muy amena con descripciones muy detalladas del paisaje tibetano y de sus costumbres.

jueves, 19 de enero de 2012

Las Pimenteras de La Recta de Cataño. Güímar

Un atentado más contra el paisaje y nuestro patrimonio ha ocurrido en Güímar. Las casi centenarias pimenteras de la recta de Cataño han sido taladas.



La ampliación y mejora de esta vía ha acabado con ellas. Es verdad que la carretera necesitaba algunos arreglos, pues sobre todo cuando llovía era un peligro circular por ella, por los contínuos deslizamientos y salidas de la calzada de los vehículos, pero seguro que había alguna otra alternativa para conservar estos árboles y no machacar más nuestro entorno.
Llegar a la recta de Cataño y encontrarte con el verdor y la frescura de las pimenteras era todo un lujo.
Las obras continúan y aún quedan algunos de estos emblemáticos árboles sin cortar.Ya veremos lo que van a hacer con ellos.

Estas fotos fueron sacadas esta misma mañana:







Me ha venido a la cabeza, estos fragmentos de un libro de Toti Martínez de Lezea, en los que los habitantes de un pueblo del bosque en Navarra, le pedían perdón al árbol antes de talarlo. Dicen así:
Los dos caminaron en silencio durante un buen trecho hasta llegar a la pequeña explanada de un bosque en la que podía verse a cuatro hombres delante de un enorme roble. Oriol fue a decir algo, pero el muchacho se giró y le indicó que guardara silencio, despues se detuvo y él hizo lo mismo. Contemplaron silenciosos a los hombres que, con los torsos desnudos, se disponían a talar el árbol.
El mayor de los cuatro se quitó la gorra de piel de oveja e inclinó la cabeza ante el árbol cuyas ramas superiores no podían apreciarse desde el suelo, siendo a continuación imitado por sus compañeros.
-Perdónanos porque vamos a derribarte -musitó, antes de colocarse de nuevo la gorra, asir el hacha y dar el primer golpe.
Durante media mañana, los cuatro leñadores se turnaron en la labor de dos en dos. En el silencio del bosque, únicamente se escuchaba, uno tras otro, un grito, un jadeo, seguido del sonido seco de la hoja hiriendo la madera. Mientras duró la tala el chico y el caballero se mantuvieron a la expectativa. En algún momento, el hombre intentó aproximarse a los leñadores, pero su joven acompañante lo retuvo por el borde del tabardo.
-No te acerques -le rogó, casi ordenó, en un susurro-. Trae mala suerte interrumpirles.
-¿Por qué le han pedido perdón al árbol? -preguntó con aire resignado al tiempo que se sentaba en el suelo-. ¡Sólo es un pedazo de madera!
-¡No lo es! -respondió el muchacho abriendo mucho sus hermosos ojos y en un tono escandalizado como si el otro hubiera dicho algo ofensivo-. El árbol es un ser vivo.
-¿Qué tonterías estás diciendo?
-Este roble que están talando es más viejo que mi abuelo y que el abuelo de mi abuelo; sus raíces nacen en el interior de la madre tierra y sus ramas nos acercan al cielo -recitó el chico como si se tratara de una oración bien aprendida-. El pueblo del bosque siempre pide perdón al árbol antes de talarlo; de no hacerlo, la maldición caería sobre nosotros.



He puesto también aquí, este pequeño texto publicado en 1933 en "La Prensa" por Don Antonio Lugo y Massieu y que de nuevo está recogido en el Nº 4 de la prestigiosa revista "Rincones del Atlántico". Si quieren leer el artículo completo y otro más relacionado con este tema pueden pulsar sobre "Arbolado y carreteras" y "Textos de la época sobre arbolado y carreteras", al final de esta entrada.


El lamentable abandono del arbolado de las carreteras de la isla

Cada vez que recorremos la carretera de La Orotava a Santa Cruz –que lo hacemos con relativa frecuencia–, y vamos atravesando los pueblos intermedios, y vemos cómo, con incomprensible rapidez, van desapareciendo los pocos árboles que viejos patriotas plantaron en otros tiempos, siempre nos hacemos esta pregunta: ¿Hasta cuándo va a durar el vergonzoso abandono de que no se repongan los árboles perdidos y se planten algunos donde nunca se han plantado?

No nos explicamos que en nuestra época, en la que se habla de conquistas culturales y reivindicaciones sociales, aún subsista esa indiferencia para con el arbolado en los sitios públicos, y que carreteras como las nuestras, magníficamente asfaltadas, –que hemos oído elogiar a los mismos extranjeros–, ofrezcan el doloroso espectáculo, a tantos turistas como nos visitan, de unos árboles raquíticos y en ocasiones mutilados, que pregonan, no solamente ese abandono a que nos referimos, sino una gran incultura ciudadana, una barbarie que no respeta al árbol; ¡el mejor y más leal amigo del hombre!

Y esto, para nosotros, tan amigos de ellos y tan fervorosos defensores, es siempre motivo de una honda pena, cuando no causa una profunda indignación […].

Se habla mucho de turismo; se cantan las bondades y excelencias de la isla; se exaltan las bellezas que atesora, y siendo éste el país donde se dan los árboles de todas las regiones del orbe, lo que hizo exclamar al príncipe de los viajeros Alejandro Humboldt cuando llegó ante la vista maravillosa y espléndida del Valle de Orotava: “He recorrido muchos lugares y todos los climas de la tierra y sólo aquí, en tan escaso espacio, he podido ver, en admirable gradación, todas las zonas botánicas del mundo”; y, sin embargo, para llegar a este vergel, que sigue siendo la admiración de cuantos lo visitan, hay que pasar por una carretera con tan pobre y miserable arbolado...

Antonio Lugo Massieu
La prensa (15 de diciembre de 1933).

Arbolado y carreteras


Textos de la época de arbolado y carreteras

sábado, 14 de enero de 2012

Sendero: Puertito de Güímar - Montaña de La Mar

El Malpaís de Güímar es prácticamente el último reducto costero que se ha conservado en el Valle de Güímar, quizás también podamos meter aquí la reducida franja de Samarines en Candelaria.





Las pasadas navidades estuvimos dando un paseo, concretamente desde el Puertito de Güímar hasta poco antes de la Montaña de la Mar.
Después de dejar atrás las últimas casas y las llamadas cuevas de "Cho Regino", que por cierto, dejan mucho que desear ya que han pasado de ser unas cuevas excavadas en la roca, que en absoluto dañaban al paisaje ni a la vista, a ser un conjunto de chabolas.


Esta es una de las pocas cuevas de "Cho Regino" que se conserva prácticamente igual.

Parece que todos queremos tener una casa en la misma orilla del mar, cuando si nos apetece pasar un día de mar y playa sólo tenemos que coger un coche y recorrer muy pocos kilómetros.
Es el afán desmesurado de tener y no de ser.
Y desde luego no me refiero sólo a estas casitas sino a grandes hoteles, apartamentos, campos de golf, etc. que están construidos algunos en zonas protegidas o de gran valor natural, porque el empresario de turno pone "el ojo" en un determinado lugar que tal vez termina por ser "recalificado" urbanísticamente. ¡Qué casualidad!.
Seguimos caminando por el sendero que discurre entre extensos campos de una lava de color negro intenso o marrón, expulsada por el Volcán de Güímar o Montaña del Socorro hace unos 10.000 años. Podemos ver también numerosos tubos volcánicos que recorren el subsuelo del malpaís.



La planta más emblemática de esta zona es la tabaiba dulce, de cuyo tronco y ramas se sacaba una especie de corcho para hacer tapones. Y el látex o leche de tabaiba que era utilizado para fortalecer las encías entre otros usos.



La marea está baja y vemos entre los charcos formados en la zona intermareal, algunas aves migratorias picoteando en ellos.





Entre tanto negro destaca una zona con arenas blancas, que por cierto son de origen orgánico.







Nos encontramos con varios senderistas y con algún pescador. Pronto llegamos a unas pequeñas salinas, ya sin uso, pero que se conservan muy bien.





Para caminar por estos lugares hay que llevar un buen calzado ya que el terreno es muy agreste.
En una pequeña calita hacemos una parada. Vemos como todavía se pueden encontrar pelotitas de un tamaño considerable de piche (alquitrán), y.... ¿cómo es esto posible? pues aunque en la actualidad no llegue tanto piche a la costa si que décadas atrás era algo habitual por toda la zona Este de la isla. Por ejemplo, cuando te bañabas o estabas en la arena, seguro, seguro, que terminabas con manchas de esta sustancia negra y pegajosa, que luego tenías que limpiar (solía ser con aceite de cocina). Todo esto llegaba porque los grandes barcos petroleros limpiaban sus tanques enfrente de la costa, y esto, se permitía.
Las bolas que aún hay por aquí son el resultado del piche mezclado con la arena y la acción del mar.



Un poco más allá, no me resisto a sacar unas fotos de las rocas totalmente cubiertas de piche. Me recuerdan a las imágenes del desastre del "Prestige" en Galicia. Y pienso que en menor escala pero de una forma constante, eso ocurría aquí y ha permanecido como se ve hasta nuestros días. ¡Es qué no hay manera de limpiarlo!. Estamos hablando de un Paisaje Natural Protegido.









Continuamos un poco más pero damos la vuelta antes de llegar a la Montaña de la Mar, pronto se hará de noche y nos queda un buen rato todavía por caminar.



Eso sí, nos acompaña en todo el trayecto un bonito atardecer con la Punta de Abona, al fondo.



martes, 10 de enero de 2012

La Ruta de Las Ventanas. Güímar

Las Ventanas de Güímar, no es un sendero o un camino convencional. En realidad se hizo para pasar un canal, que para colmo nunca tuvo uso. Es lo que suele pasar en estas islas nuestras que invierten en cosas que después no dan el resultado esperado o simplemente son proyectos inviables y a veces hasta utópicos.





Últimamente la gente lo ha convertido en un sendero por lo bonito y espectacular de su paisaje. Lo cual no quita, para decir, que es un poco peligroso.
Con el paso del tiempo ha habido numerosos desprendimientos haciendo que el camino esté por algunos sitios bastante intransitable.
Los tramos que hay que hacer sobre el canal tampoco están muy seguros ya que la mitad de las losetas que lo cubrían están rotas y se han hundido, otras que aún se mantienen, tienen grietas por lo que hay que tener muy en cuenta donde ponemos los pies.





Se pasa también por varios túneles, algunos con huecos excavados en el risco, de ahí el nombre de "Las Ventanas", por lo que es necesario llevar linternas ya que tienen una longitud considerable y por lo tanto nos encontraríamos en una completa oscuridad. Dentro de los túneles no podemos ir, la mayor parte del recorrido, erguidos completamente, porque no tienen la suficiente altura. ¡Cuidado con la cabeza!.
Y, decir también, que a excepción del primer túnel empezando por Las Coloradas, en que el aire es caliente los demás son muy fríos originándose dentro de los mismos corrientes de aire.





Lo más impresionante del recorrido es sin lugar a dudas, la llamada Fuga de Los Cuatro Reales. Allí las paredes son completamente verticales y de gran altura. Esta es la cabecera del Barranco de Badajoz y cuenta la leyenda que en este lugar se despeñó el Mencey de Güímar, Añaterve, hijo de Acaymo, por sentirse traicionado por el conquistador Fernández de Lugo.







Casi llegando a Anocheza nos encontramos en medio del sendero una estampa bastante insólita, es una "pala mecánica" que hace unos años se desriscó ladera abajo y que ahora se interpone en nuestro camino.



Finalmente, decir que es un bonito lugar para recorrer pero extremando las precauciones.

sábado, 7 de enero de 2012

Manuel Hernández González. Los canarios en América

Manuel Hernández González es profesor de Historia de América en la Universidad de La Laguna (ULL). Da gusto oirlo hablar por su lenguaje fluido y todos los datos que aporta.
Esta entrevista fue hecha en el programa "30 minutos" de la Televisión Canaria.

lunes, 2 de enero de 2012

Sendero: Ifonche - Montaña Carrasco

Como todos los años, el día de Año Nuevo solemos hacer un pateo, eso sí, no muy largo para no tener que madrugar demasiado después de la noche de "Fin de Año".
Esta vez nos fuimos hasta Ifonche donde al final de la carretera asfaltada dejamos el coche para caminar por los alrededores.
El camino es fácil de andar en un principio, sin apenas subidas y bajadas. Los pinos nos acompañarán gran parte del recorrido. Observamos como algunas fincas, hoy abandonadas van siendo colonizadas, poco a poco, por el pinar.



El camino pasa delante de la Casa de Benítez que aparentemente está en buen estado. Un poco más abajo, la era.





Desde allí vemos ya la cabecera del Barranco del Infierno de hecho estamos prácticamente encima de la ladera norte del mismo.



Seguimos caminando hasta llegar a un punto en el que es imposible seguir, seguramente nos hemos despistado y no hemos visto el sendero correcto, así que tenemos que retroceder. Eso sí, antes, nos detenemos un rato a observar el paisaje.





Abajo Montaña Carrasco





Volvemos sobre nuestros pasos hasta encontrar la entrada, que se nos ocultaba entre tanto matorral, al no ser, hoy en día, muy transitados estos lugares.



Este camino desciende por la pared del barranco y aunque se ha convertido en la actualidad, en una estrecha senda se ve que no era difícil de andar.



Un poco más y llegamos a un pequeño llano de tosca de color canelo (marrón claro).



Ya estamos muy cerca de El Lancito donde nos encontramos una era. Es la era de Las Tosquitas que está excavada en la roca.



Y estamos también en la misma base de la Montaña Carrasco. Ahora lo que toca es subirla.







Trepando ladera arriba, llegamos a su cima, una pequeña meseta alargada que nos ofrece una inmejorable vista panorámica de toda la zona.





Estos pequeños higos picos (no sé el nombre exactamente aunque creo que son originarios de México) tentaron a nuestro paladar, los probamos y....¡Madre mía!, parecíamos vampiros después de darse un festín.



Bueno, bromas aparte, el lugar es impresionante, la montaña con sus 1031 metros de altitud nos hace sentir incluso a más altura ya que a nuestros pies tenemos la enorme hendidura del Barranco del Infierno. El lugar me pareció fascinante, mágico.













Después de digerir este maravilloso paisaje nos comemos unos bocadillos, unas naranjas y unas nueces que nos supieron a gloria e iniciamos la bajada.
Sobre nuestros pasos, de nuevo, regresamos al lugar de partida, dando por finalizada la primera caminata del año.