He estado en este lugar en dos ocaciones en el 2001 y 2008.
La primera vez fue un fin de semana de Marzo y había tanta gente que casi parecía una romería. Pero la última vez, el mes de Febrero pasado, todo fue diferente. Era ya por la tarde, en medio de la semana y no había nadie. Así que tuvimos el Cañón para nosotros solos.
El sitio es verdaderamente espectacular en cuanto a naturaleza, historia y... algo de misterio.
El cañón tal como lo conocemos hoy es el producto de la acción erosiva del río Lobos, y otros elementos como la lluvia, el viento y la nieve que en el terreno calizo da lugar a formaciones muy curiosas.
El camino transcurre paralelo al cauce del río, en su ribera se pueden observar chopos y sauces.Pero justo por el sendero que recorremos hay un boque de sabinas y pinos. La sabina es una especie de ciprés, reliquia viviente de la era terciaria.
Si seguimos adentrándonos en el cañón encontraremos aguas estancadas que son muy propicias para el crecimiento de nenúfares, de flores amarillas. En sus grandes hojas verdes multitud de ranas entonan sus sonoros cantos. Estas ranas sirven de comida para las culebras y éstas a su vez son engullidas por las águilas culebreras que viven en las oquedades de las paredes del cañón junto con buitres leonados, halcones, buhos...
En las cuevas como la llamada Cueva Grande hay multitud de murciélagos, al adentrarnos en ella, ya al atardecer, el zumbido era tanto que tuvimos que salir, pues parecía que una tromba de murciélagos venía hacia nosotros a atacarnos.
Esta cueva y estos lugares estuvieron habitados ya desde la Edad de Bronce (2000-850 a. C.), en ella podemos encontrar pinturas rupestres.
Frente a esta cueva se halla la ermita de San Bartolomé construida por los Templarios a principios del siglo XIII, siguiendo claves esotéricas.
Según los expertos, está construida exactamente en lo que se denomina "Un Centro del Mundo", un enclave energético que permitiría a los iniciados estar en total sintonía con el espíritu divino.
Se cree que fue la iglesia del convento de San Juan de Otero. En toda ella hay símbolos templarios: En los canecillos, en el pentáculo invertido dentro de un círculo en forma de mandala que esconde a su vez diez corazones etc.
Este es un sitio que merece la pena visitar.
domingo, 1 de febrero de 2009
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