A menudo solemos ir a La Gomera. Es un paraíso que tenemos muy cerca.
De forma casi circular y con sus 372 kilómetros cuadrados, La Gomera es la isla canaria que más tiempo hace que no tiene una erupción volcánica (2.000.000 de años aprox.).
Posee una meseta central donde se halla el pico de Garajonay (1487 metros) la altura mayor de esta isla. Desde ahí parte una red de barrancos que acaban en el mar. Es en ellos donde vive la mayor parte de la población de la isla y donde se desarrolla su agricultura.
La isla está muy bien conservada, hasta los años 60 del siglo pasado, su población se comunicaba por mar.
Siempre que vamos nos quedamos en Valle Gran Rey. Una vez en el muelle de San Sebastián, cogemos el coche y tomamos la carretera que va hacia el centro-sur de la isla. Dejamos atrás La Villa, y desde lo alto podemos observar una vista de Tenerife espectacular. Pronto llegamos a Ayamosna con su famoso Sombrerito de forma cilíndrica y rematado por un cono. Por todos lados vemos bancales, hoy abandonados, pero que años atrás fueron la despensa cerealista de parte de la isla.
Muy cerca de aquí, encontramos La Degollada de Peraza. Nos paramos en un bar para degustar el rico almogrote gomero, hecho con manteca, ajos, queso, pimentón y sal y que untado en pan está riquísimo.
El paisaje empieza a cambiar. Estamos cerca del Parque Nacional de Garajonay y lo notamos en la vegetación que ya es mas verde y frondosa. Como gigantes que nos dan la bienvenida antes de meternos en el bosque, nos encontramos los Roques de Agando, Ojila y Zarcita, chimeneas petrificadas de antiguos volcanes.
En 1986, es declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, por ser un bosque de laurisilva, auténtica reliquia del Terciario.
Seguimos nuestro camino, hasta salir del Parque Nacional. Llegamos al Caserío de Arure, perteneciente al municipio de Valle Gran Rey y comenzamos a bajar por la serpenteante carretera. Ya se ve el pueblo, abajo, extendido por el fondo del barranco y encaramándose timidamente por sus laderas.
Valle Gran Rey es un vergel. todo está rodeado de vegetación. Miles de palmeras, cañaverales y pequeñas huertas van acompañándonos hasta llegar a la parte baja, ya cerca del mar. Allí el terreno es mas llano y amplio y hay fincas de plataneras y otras frutas tropicales.
Es aquí, donde nos encontramos la parte más turística, aunque no es un turismo de masas, sino el turista amante de la naturaleza y de caminar, el que va buscando la tranquilidad, un turismo de calidad.
Además de practicar el senderismo, puedes disfrutar de sus playas de arena negra y después comer en uno de los restaurantes que te ofrecen un pecado fresco, que está para chuparse los dedos.
No podemos dejar de visitar Taguluche, otro caserío de Valle Gran Rey. Perdido en el fondo de otro barranco.
Este pueblito ya sea por su aislamiento, por su belleza y tranquilidad merece la pena perderse un día por lo menos en él, sin prisas, sintiendo y disfrutando de cada rincón, hablando con sus gentes, escuchando el ruido profundo del mar, la brisa, los olores....Todo.
Cargadas las pilas, regresamos a nuestras rutinas.
miércoles, 29 de octubre de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario